domingo, 4 de mayo de 2014

Así (de bien) se vuela en Primera:


Hay viajes y viajes. Y luego están los viajes en Primera clase o clase Business. Que es como jugar en otra división.

Porque reconozcámoslo, volar a un destino lejano es cojonudo. Pero hacerlo en esos asientos enormes y mullidos que vemos con cochina envidia cuando pasamos de largo hacia nuestro gallinero de Turista… es (o debe ser) la repera.

La última vez que Paco Nadal viajó en esta categoría fue hace unas semanas cuando volvía de Santiago de Chile con LAN,  y se le ocurrió colocar una cámara Go Pro en el respaldo del asiento de delante. Esto fue lo que grabó:


sábado, 3 de mayo de 2014

Ruta de la Seda



Cuando oímos hablar de la Ruta de la Seda, a nuestra mente acuden imágenes de caravanas cargadas de valiosos productos del Lejano Oriente, de viajeros que atravesaban los desiertos y las montañas de Asia Central, y de ciudades pobladas de mezquitas y palacios suntuosos. Samarcanda, Bujara y Jiva forman parte de esa leyenda y también de un viaje por los enclaves míticos de la actual república de Uzbekistán, donde se conserva el legado monumental más importante de Asia Central.

Tashkent, la capital uzbeka, es la puerta de entrada al país. A primera vista llama la atención su ordenado y frío urbanismo soviético, pero un breve paseo descubre testimonios de aquella ruta comercial que ya existía en el siglo II a.C. y que el veneciano Marco Polo describiría, doce siglos después, en su Libro de las Maravillas: la madraza de Barak Khana; el mausoleo de Yunus Khan, fundador de la dinastía mogol de la India, y el complejo religioso de Khazrat-i-imam, que contiene, supuestamente, el Corán más antiguo del mundo. Si además de la monumentalidad se busca también la autenticidad, el ambiente y los olores de lo cotidiano, hay que acercarse al bazar de Chorsu, situado al norte de la ciudad. Bajo su cúpula verde, las mujeres uzbekas vestidas con coloridos trajes tradicionales se abastecen de productos básicos, y también de tejidos de seda producidos en el valle de Fergana, una región que hoy día se reparte entre Uzbekistán, Kirguizistán y Tayikistán, y que se ha convertido en la más fértil y poblada de Asia Central. Aquí llegó la seda procedente de China, y muchos de sus habitantes aún se dedican a la fabricación y exportación de este valioso producto.

Tras el viaje en avión desde la capital y un breve trayecto en autobús, Jiva surge como un bello espejismo en medio del desierto, con sus minaretes y cúpulas en tonos azules y turquesas que refulgen bajo el sol. Situada en el delta del río Amu Daria, la ciudad-oasis fue un lugar de parada obligatoria para las caravanas que se dirigían al mar Caspio. Las murallas redondeadas de barro que la rodean recuerdan la importancia de Jiva como capital de un poderoso kanato en el siglo XVI. Su magnífico acceso es la puerta Ota Darvoza, que fue restaurada en la década de 1970, cuando los habitantes de Jiva se exiliaron extramuros y el tránsito rodado quedó prohibido, dejando la ciudad sin el bullicio de otros lugares. Sus calles están flanqueadas de tiendas que venden todo tipo de recuerdos, desde gorros de piel rusos hasta objetos de cobre repujado, alfombras y piezas de cerámica.

En Jiva uno se siente transportado en el tiempo, paseando entre minaretes de azulejos multicolores, antiguos caravasares donde descansaban las caravanas, madrazas, mausoleos y mezquitas como la de Jumma, del siglo XVII, con sus columnas de madera pintada. El icono principal de Jiva es el minarete de Kalta, que estaba destinado a convertirse en el más alto del mundo cuando empezó a erigirse en el año 1851, pero quedó incompleto en medio de la ciudad vieja como un monumento fallido a la megalomanía de su constructor, el kan Mohamed Ami.

Una de las ciudades más emblemáticas de la Ruta de la Seda es Bujara, separada de Jiva por 450 kilómetros de desierto. Capital de una dinastía de emires persas, Bujara alcanzó una gran importancia entre los siglos IX y X, hasta que en 1220 las hordas mongolas de Gengis Kan la arrasaron. En el siglo XIV, bajo el gobierno del gran caudillo tártaro Tamerlán, se transformó en una etapa crucial en la Ruta de la Seda. Con sus más de 350 mezquitas y 100 madrazas, fue apodada «pilar del islam» y se convirtió en el segundo centro de peregrinación después de La Meca.

De la importancia de Bujara en el pasado quedan vestigios notables en su casco histórico, como el minarete de Kalyan, que con 47 metros de alto está considerado el símbolo de la ciudad. Junto a él se alza una mezquita con capacidad para 10.000 fieles y las madrazas de Ulug Begh y de Abdulaziz-Khan. Si nos perdemos por su dédalo de callejuelas descubriremos numerosos talleres de anticuarios, de tejedores y también de artesanos que, entre otros objetos, elaboran delicadas miniaturas en papel de seda.

Cuando la tarde languidece, en la plaza Lyabi-Hauz, construida en 1620, el lugar en torno al cual orbita la vida de la ciudad, los propietarios de las numerosas chaijanas (casas de té tradicionales) que la rodean sacan al exterior mesas que distribuyen alrededor de un estanque central. En casi todas ellas, el menú consiste en plov, arroz con cordero y verduras estofadas, acompañado de patyr, el tradicional pan uzbeko. Y, por supuesto, el omnipresente té.

Y por fin llegamos a Samarcanda, la mítica ciudad de las caravanas, la orgullosa capital de Tamerlán y una de las ciudades más antiguas del mundo, con 2.700 años de historia. Los 250 kilómetros que separan Bujara de Samarcanda se recorren en cinco horas de autobús, a través de un paisaje que va tornándose cada vez más fértil. A diferencia de Bujara, Samarcanda fue arrasada por el urbanismo soviético, que únicamente dejó en pie algunos monumentos emblemáticos como la plaza del Registán.

Una colosal estatua de Tamerlán nos da la bienvenida a la plaza, donde se alzan tres espléndidas escuelas coránicas con multicolores fachadas y cúpulas de azulejos. En sus patios hoy ya no quedan estudiantes que llenen el silencio con sus oraciones, sino tiendas en las que los artesanos ofrecen atriles de madera y miniaturas. Siguiendo una recta avenida flanqueada de plátanos se llega a la mezquita de Bibi Khanum, proyectada por Tamerlán en honor de su esposa favorita.

La experiencia más emocionante de Samarcanda es, sin duda, visitar la tumba del gran Tamerlán en el mausoleo de Gur-e-emir, coronado por una cúpula azul. A cambio de una propina, el guardián permite acceder a la cripta donde reposan los restos del gran conquistador, cuyo imperio se extendía desde la India hasta el mar Mediterráneo. El corazón de aquellos dominios era Samarcanda, el lugar donde confluían las caravanas procedentes de Oriente y Occidente, la joya de la Ruta de la Seda.

martes, 29 de abril de 2014

Calles del mundo para saltarse el régimen

Puestos callejeros, heladerías y chocolaterías; restaurantes con estrellas, rutas de tapas... El mundo está lleno de tentaciones para mandar la dieta a paseo. Puestos callejeros, heladerías o una ruta de tapeo. De los curries en los mercados de Bangkok a los pintxos de los bares de Vitoria-Gasteiz.Estos son algunos lugares del mundo perfectos para hartarse a calorías y disfrutar de la mejor comida del mundo, incluso en la calle.


1. Street food en Nueva York

En Nueva York todo es a lo grande. Incluida la comida. Dicen que hay más de más de 10.000 restaurantes en la ciudad, más miles tiendas de delicatessen y puestos callejeros en los que se puede encontrar todo tipo de cocina para hacer un viaje gastronómico por el mundo en unas cuantas manzanas. Si nos centramos sólo en Manhattan, encontramos lugares míticos para hartarnos de calorías, como el Doughnut Plant (379, Grand Street) donde venden los mejores donuts de Nueva York; el Eisenbert’s Sandwich Shop (174, Quinta Avenida), perfecto para probar la comida tipo coffee shop más clásica made in New York, como un tuna melt o una matza ball soup; o el Murray’s Bagels (500, Avenue of the Americas) donde hacen los típicos bagels a la antigua, enroscados a mano y dejados para fermentar lentamente; o el Katz’s Delicatensen (205, East Houston Street), el delicatessen más antiguo de Nueva York, cuya especialidad es el (¡impresionante!) Kartz’s Corned Beef. Los amantes de la cocina griega, pueden ir al clásico Tom’s Restaurant (2880, Broadway) que se hizo popular en los noventa porque salía mucho en las series de la época, pero que en realidad lleva más de sesenta años siendo el restaurante preferido de los estudiantes de la Universidad de Columbia. Puestos a ser exóticos, nada más irresistible que Chinatown: restaurantes chinos, vietnamitas, heladerías chinas que hacen sombra a las italianas, mercados con frutas y verduras exóticas, y vendedores callejeros que ofrecen pasteles de nabo por un dólar, té de burbujas o fideos. Las mejores empanadillas chinas las podemos probar en el Joe’s Shangai (9, Pell Street), el típico local para ir con amigos, con bandejas giratorias y precios bajos; o el Nice Green Bo (también New Green Bo) donde la magnífica comida china compensa la decoración. Los vietnamitas también tienen sus espacios, muy baratos y muy sabrosos: Pho Viet Huong (73, Mulberry Street) o Bánh Mì Saigon Bakery, en 198 Grand St. son más que recomendables).
Y de postre, ¿por qué no probar un helado chino en la Original Chinatown Ice Cream Gactory (65, Bayard Street)? Los hay de té verde, de jengibre de lichi, de fruta de la passion…



2. Lyon, el mercado del chef

Dicen que la capital gastronómica de Francia no es París, sino Lyon. Aquí tienen sus feudos particulares los mejores chefs del país (e incluso algunos del mundo) y se pueden probar las deliciosas especialidades lionesas en los bouchons (pequeños bistrós): ambiente a la antigua, manteles de cuadros, ruido de cazuelas, etcétera.
Una plantilla de chefs de primera preside un despampanante desfile de restaurantes de toda índole: cocina francesa, de fusión, rápida e internacional, sin olvidarnos de los mencionados bouchons lioneses. En el centro histórico, en la llamada Presqu’île, encontramos muchos de ellos. Un clásico es el Café des Federations (8 rue Major Martin), con fotos en blanco y negro de Lyon en las paredes y un decorado precioso de bouchonque no ha cambiado nada durante décadas. Las raciones generosas, el servicio cálido, un ambiente jovial y la típica comida de bouchon están aseguradas.
En plan brasserie encontramos el Grand Café des Négociants (2 place Francisque Regaud), con espejos en las paredes y una terraza arbolada, popular desde 1864. En la decimonónica Brasserie Georges sigue dominando el estilo art déco, y por aquí han pasado desde Rodin y Balzac, hasta Hemingway, Julio Verne o la Piaf. 
Antes de marcharse de Lyon hay que pasar obligatoriamente por un mercado, como el famoso Les Halles de Lyon, que se llama Paul Bocuse en honor al chef, cubierto y con más de sesenta puestos en el 102 de Cours Lafayette. Además, hay dos principales mercados de alimentación al aire libre: el de Croix Rousse que abre de martes a domingo por la mañana y el de Presqu’île (quai St-Antoine) en los mismos días y horas, cerca del metro de Bellecour o Cordeliers.

3. Bruselas, tentación de chocolate

Los escaparates de Bruselas tientan al viajero con uno de los mejores chocolates del mundo. ¿Quién se puede resistir a un mostrador lleno de los famosos bombones Godiva o Leonidas o a los que expone Pierre Marcolini como si se tratara de joyas de Tiffany’s? Él es uno de los mejores chocolateros del país, autor de delicatessen como la trufa con champán o el trianon fondant, pero no es el único que nos hará tirar el régimen por la borda en esta ciudad que presume de haber inventado el praliné.


La marca Godiva, de proyección internacional, tiene tiendas en la ciudad que ofrecen tentaciones como las fresas bañadas en chocolate o las trufas, que no son precisamente baratas. Si no nos llega el presupuesto podremos ir también a la chocolatería Elisabeth, en la rue du Beurre, cerca de la Grand Place, donde podremos comprar excelente chocolate artesanal. La ciudad tiene también un museo dedicado al chocolate (9 rue Tête d’Or) que recorre la historia de este producto traído de América por los españoles y que culmina la visita con una degustación de chocolate artesanal elaborado allí mismo.

4. Nueva Orleans, cocina de América

Los franceses dejaron en Nueva Orleans el gusto por la buena cocina. En la ciudad abundan los chefs famosos, los restaurantes gourmets y los cursos de alta cocina, pero también los puestos callejeros donde degustar una buena comida cajún o criolla en la que abundan frijoles rojos con arroz, gumbo, jambalaya, pralinés, beignets, po-boys, lucky-dogs y muffelattas.
En el propio Barrio Francés, el corazón histórico de la ciudad, se encuentran algunos de los mejores restaurantes, como el Bayona, con pescados, carne de ave, caza... todo con aire innovador y bien elaborado. Para probar pescado y marisco fresco, y la cocina cajun clásica, el GW Finss ofrece platos como pargo mulato a la parrilla con leña o sargo chopa cubierto de parmesano y todo acompañado con el puré de vainilla típico y regado con bourbon. Esto es lo que en Nueva Orleans se considera una comida “ligera”.


También criollo, pero más barato está el Coop’s, un local de cocina cajun disfrazado de antro, pero que es de lo mejorcito de la ciudad (se recomienda el jambalaya de conejo y salchicha o el arroz con alubias). Más informal todavía, pero realmente imprescindible, es el Crossant D’Or (617, Ursulines Avenue) una antigua e impecable pastelería donde muchos vecinos empiezan la jornada. Provistos de un periódico, un café y un cruasán es el lugar ideal para ponerse las pilas. 
Abundan las escuelas de cocina, como la New Orleans School of Cooking que es más bien un lugar de demostraciones culinarias, donde los menús cambian a diario, pero que asegura la degustación de creaciones como gumbo, jambalaya y pralinés al final de la clase, al tiempo que se aprende la historia de la ciudad tal como la cuentan sus carismáticos chefs.

5. El mundo resumido en Singapur

Singapur es uno de los centros neurálgicos de la cocina internacional. La obsesión de los singapurenses por todo lo comestible es famosa y todos dicen saber dónde se comen los mejores nasi lemak o murtabak.
En Singapur están representadas cocinas de todo tipo, desde la francesa clásica a la australiana moderna. Sería imperdonable perderse las especialidades chinas, indias, malayas y, sobre todo lo más típico: el peranakan (salsas de estilo malayo con ingredientes chinos). El exigente paladar de los autóctonos ha obligado a subir la calidad en todos los escalafones culinarios, desde los solicitados chefs con estrella Michelín hasta los económicos puestos callejeros donde inolvidables platos cuestan solo 3 dólares de Singapur. 

La comida callejera es una de las bazas fuertes de la gastronomía local: sólo hay que probar el pollo con arroz y el pastel de ostras en el mercado Maxwell Road Hawker Centre, el bee hoon del Chinatown Complex y el murtabak del Tekka Centre
La visita obligada es el Chomp Chomp Food Centre (20 Kensington Park Road). A pesar de su prestigio como (posiblemente) el mejor centro de puestos de comida de Singapur, este espacio vespertino en los Seragoon Gardens tiene un ambiente relajado y cordial, con grupos de jóvenes que beben grandes jarras de jugo de caña de azúcar. También se puede tomar una tierna y jugosa raya a la barbacoa en el Chomp Chomp Hai Wei Yuan Seafood BBQ (puesto 1) donde la habitual salsa de chile dulce se sustituye por la gustosa chinchalok al estilo malasio, hecha con gambas o krill fermentados. Hay que guardar apetito para el delicioso pastel de zanahoria del Carrot Cake Stall (puesto 36) y los fideos hokkien con gambas del Ah Hock Fried Hokkien Noodle (puesto 27). La hora habitual de apertura de los puestos son las 5 de la tarde, hasta medianoche.
El Old Airport Rd Food Centre, en el 51 de Old Airport Road (Metro Mounbatten) es más frecuentado por gente de fuera de la ciudad que el Chomp Chomp, pero la comida no es menos auténtica. Algunos éxitos seguros: los hokkien mee (fideos) fritos del Nam Sing Hokkien Fried Mee (puesto 1-32), la rojak dulce y salada (ensalada de piña, pepino, you tiao, nabo, cacahuetes y salsa rojak casera) del Toa Payoh Rojak (puesto 1-108) y las gachas de boniato hechas al momento del Lau Pa Sat Taiwan Porridge (puesto 1-167).

6. ¡Al rico 'gelato' romano!

Los helados son parte natural –y deliciosa- de la vida de los romanos, y la ciudad está llena de magníficasgelaterie artigianali. Para saber si una heladería es buena o no, la “prueba del algodón” es observar el helado de pistacho: si es de color verde oliva pálido, es bueno; si es verde fosforito, más vale buscar otro local. Cuando hace mucho calor, para refrescarse, los romanos van a tomar grattachecca(granizado con sirope de frutas) a orillas del río; alrededor de los puentes céntricos hay varios puestos.
Entre las mejores gelaterie de la ciudad está San Crispino que muchos dicen que hace los mejores helados del mundo, con delicados sabores, naturales y de temporada. También son más que recomendables los helados históricos de Alberto Pica (Via della Seggiola) que lleva funcionando desde 1960 y que en verano ofrece sabores particularmente originales, con frutos del bosque y pétalos de rosa.

En Vacaciones en Roma vimos a Gregory Peck y Audrey Hepburn tomando helados cremosos en la Gelateria Giolitti que ahí sigue (a Juan Pablo II le encantaba su marron glacé). También caseros y deliciosos son los helados de Old Bridge (Viale dei Bastioni di Michelangelo 5), convenientemente situada cerca del muro del Vaticano. Esta diminuta heladería lleva más de 20 años sirviendo generosas raciones de helado caseros (lo mejor: pedirlos con una cucharada de nata por encima).

7. De pintxos en Vitoria-Gasteiz

Puestos a comer en la calle, probablemente no haya ningún sitio mejor en el mundo que España que ha hecho del tapeo un arte gastronómico. Es complicado escoger una ciudad, una decisión difícil marcada por los afectos personales. ¿Es mejor el tapeo sevillano o el cordobés? ¿Ir de cañas y vinos en la universitaria Granada o en la también universitaria Salamanca? ¿Seguir la senda de los elefantes de la calle del Laurel en Logroño o en el Tubo de Zaragoza? Así que hemos optado por seguir a los expertos, que acaban de nombrar a Vitoria Gasteiz Capital Nacional de la Gastronomía.
Según los entendidos, como en el norte de España, no se come en ningún sitio. Allí están algunos de los mejores cocineros, y los restaurantes con una constelación de estrellas Michelín, pero incluso para los que no tengan mucho dinero, salir a la calle en cualquier ciudad del norte es una maravillosa experiencia gastronómica. Buen ejemplo de ello es Vitoria-Gasteiz, en la que abundan los bares y locales especializados en pintxos y tapas. en la ciudad hay incluso rutas de pintxos “oficiales”, que permite recorrer diversos establecimientos predeterminados para degustar un pintxo y un vino de Rioja Alavesa en cada uno por un precio fijo.
Basta con darnos un paseo por las calles de la almendra central (Correría, Pintorería, Herrería…) para que no podamos ceder a la tentación: El Tulipán de oro, El Tabanco, Erkiaga, Hor Dago!, Jango Taberna, La Malquerida... para terminar comiendo en un restaurante histórico: El Portalón, instalado en una antigua casa de postas del siglo XV, que conserva todo el aspecto y encanto originales.

8. Los mil puestos de Bangkok


La cocina tailandesa ha conquistado las capitales gastronómicas de todo el mundo, pero donde hay que probarla realmente es in situ, en las calles de Bangkok, en sus puestos callejeros. Aquí se pueden degustar todos los sabores del mundo juntos y en una sola comida (picante, salado, dulce, ácido).
La cocina de Bangkok tiene una gran influencia china y abundan las influencias culinarias musulmanas y de diferentes regiones del país, y platos tan típicos de la ciudad como los fideos con albóndigas de pescado o el cangrejo frito con polvo de curry. Existen varios barrios gastronómicos, a elegir según la especialidad que queramos probar. Así por ejemplo, los fideos o el pato ahumado, se pueden probar en las calles de Chinatown, pero la comida más típica tailandesa hay que encontrarla en los mercados, como el Or Tor Kor, que se ha modernizado pero sin perder su espíritu.
Hay calles especialmente recomendables para tener una experiencia gastronómica intensa en Bangkok como Banglamphu, con muchos restaurantes con solera y vendedores ambulantes legendarios que abarrotan las calles de este rincón arbolado de la vieja Bangkok. En el Mercado de Nang Loeng, al este de Banglamphu, podemos probar los dulces típicos y un montón de platos salados exquisitos, como los satay(especie de pincho moruno) y los fideos caseros al huevo de Rung Reuang y los opulentos curries de Ratana.
Pero el reino de la comida callejera en Bangkok es Chinatown. Muchos vendedores abren hasta las tantas, aunque conviene evitar los lunes, día de descanso para casi todos los vendedores de la ciudad. El plato más típico aquí es la sopa de nido de golondrína, pero hay muchos otros platos (bastante difíciles de reconocer) como el hoy tort (una especie de revoltillo de huevos con ostras o mejillones fritos), los fideos fritos con marisco, guindilla y albahaca tailandesa, o los curries chinos. No faltan las marisquerías y los puestos de cerdo a la barbacoa con fideos amarillos. Todo un festín para el que conviene olvidarse de los remilgos. Lo mejor es acudir a locales llenos de gente, pues por algo están así.

lunes, 28 de abril de 2014

Puente de Mayo en Marsella: una idea nueva, bonita y casi barata

Marsella ha sufrido una auténtica metamorfosis en los últimos años. Tanto es así, que quienes la visitaron antes de 2013 se llevarían una grata sorpresa al descubrir que no es el lugar inquietante que conocieron.

Aunque empezó a cambiar con la llegada de la alta velocidad en 2001 –desde Madrid hay tren directo desde diciembre de 2013– y con la celebración del Mundial de Rugby en 2007, fue la Capitalidad Europea de la Cultura -que ostentó el año pasado- la que le dio el impulso definitivo. Una reforma que lleva la firma del arquitecto Norman Foster y del paisajista Michel Desvigne.




LA RENOVACIÓN DEL PUERTO VIEJO

Nuestro recorrido comienza en el Puerto Viejo. Muy alargado y estrecho -forma que lo hacía invisible desde el mar- fue el centro económico de la ciudad hasta el siglo XIX. Los edificios que ahora se ven en su orilla sur eran entonces almacenes de mercancías y las calles por las que ahora circulan coches, pequeños canales interiores por los que se llevaba la carga.

Con los años, el lugar donde desembarcó Edmundo Dantés cambió su actividad comercial por la de recreo y se convirtió en puerto deportivo, uno de los 14 que tiene Marsella. En 2013, además, el muelle de los Belgas se peatonalizó parcialmente -pasó de tener nueve carriles para la circulación a contar con dos para los coches y dos para los autobuses- y se transformó en un gran paseo al servicio de los marselleses, uniendo el corazón histórico de la ciudad con el nuevo puerto comercial.

Aunque su principal actividad ya no es económica, allí encontramos el mercado de pescadores. En él se puede comprar la materia prima para hacer la famosa bullabesa, comida típica que degustamos en el Restaurante Miramar, auténtico especialista en esta sopa. Originalmente era un guiso propio de familias pescadoras que se hacía con el material que descartaban para la venta. Este plato, de fama internacional, debe llevar al menos cuatro de los siguientes pescados: rape, congrio, centollo, escorpina, salmonete rubio, pez de San Pedro, cigala y langosta.

Junto al mercado de pescadores se alza el techo diseñado por Norman Foster. Sus 1.000 metros cuadrados de superficie, ubicados a nueve metros de altura, proporcionan un refugio sombreado durante los meses de verano y una atracción turística durante todo el año. En él se proyectan la luz y los colores del puerto y son muchos los viandantes que se acercan para sacar una foto de su propio reflejo en esta construcción de acero inoxidable.

Desde donde estamos también vemos el comienzo de la gran avenida de Marsella, La Canabière. Considerada una de las más bellas de Europa, según los artistas y escritores que visitaban la ciudad, acoge la Cámara de Comercio, la Oficina de Turismo, numerosos hoteles, tiendas de lujo, teatros, cafés…

En nuestro recorrido por el muelle pasamos por delante del embarcadero del Ferry Boat, uno de los más conocidos de Francia, que une las dos orillas del Puerto Viejo. Además de por haber aparecido en numerosas películas francesas, es famoso por realizar uno de los trayectos más cortos del mundo: 283 metros en tres o cuatro minutos.

Frente al ferry está el Ayuntamiento, de estilo barroco. En la fachada, sobre el balcón de la que actualmente es la oficina del alcalde, se puede ver una imagen de Luis XIV cargada de simbolismo. En 1660, el rey llegó a Marsella con su armada con la intención de controlar una ciudad rebelde. El monarca encargó la construcción del arsenal de Galères y dos fortalezas a la entrada del puerto: el fuerte de San Nicolás, en la orilla sur, y el de San Juan, en la norte. Para que los marselleses sintieran un poco más cerca el poder de Versalles, a 800 kilómetros de distancia, ordenó que sus cañones apuntaran hacia el interior de la urbe. El retrato del rey en la fachada del Ayuntamiento, por encima del lugar que alberga al gobernante de la ciudad, era otro recordatorio.

«LE PANIER», EL BARRIO HISTÓRICO

Dejamos atrás el Puerto Viejo y nos adentramos en «Le Panier», el barrio más antiguo de Marsella. Inicialmente habitado por la burguesía, se transformó a lo largo del siglo XIX en una zona pobre y de mala reputación en la que se asentaron numerosos inmigrantes, principalmente corsos y napolitanos. Sin embargo, en los últimos años ha resurgido, al igual que la ciudad. Sus calles estrechas atesoran encantos, invitan a disfrutar del arte urbano, a sentarse en cada una de las pequeñas plazas que te sorprenden en cada giro, como la Plaza Treize Cantons, en la que se encuentra el famoso «Bar des 13 Coins».

En «Le Panier» está una de las casas más antiguas de Marsella, la Maison Diamantée, que recibe ese nombre porque los elementos decorativos de su la fachada tienen la forma de esa piedra preciosa. Declarada Monumento Histórico en 1925, se salvó de la destrucción de los barrios del Puerto Viejo llevada a cabo por los alemanes en febrero de 1943.

La desaparición de esa zona y los bombardeos de los dos bandos que sufrió la ciudad hicieron necesaria su reconstrucción. Tras la contienda,Fernand Pouillon se encargó de la franja del Puerto Viejo, respetando el estilo original, con ese color un tanto rosáceo que daba la piedra calcárea, mientras que Le Corbusier construyó la Cité Radieuse en el sur.


Adentrándonos en el barrio llegamos a la Grand Rue, donde se encuentra el Hotel Dieu, un lugar emblemático con vistas al Puerto Viejo y un buen ejemplo de la arquitectura del siglo XVIII.

Nuestro recorrido nos lleva después a la Vieille Charité, construida por Pierre Puget en el siglo XVII para acoger a huérfanos y mendigos. El complejo arquitectónico, uno de los monumentos más queridos por los marselleses, está compuesto por cuatro alas de edificios cerrados al exterior pero abiertos a un patio central que cuenta con una capilla de cúpula ovoidal, buen ejemplo del barroco italiano.

En el casco antiguo de Marsella descubrimos otra de sus exquisiteces gastronómicas: las «navettes», un dulce cuya receta sigue siendo un secreto y cuyo origen se desconoce con certeza. Para algunos, con él se recuerda la estatua de una virgen (Nuestra Señora del Fuego Nuevo o la Virgen Protectora de las Gentes del Mar) que llegó a las orillas del Lacydon. Para otros, representa la barca de Isis o la nave que llevó a las Santas Marías (Jacoba, Salomé y Magdalena) desde Palestina hasta la costa de Provenza. Tras degustar las «navettes», visitamos una de las pocas tiendas en las que se puede adquirir otro clásico marsellés: el jabón.


Callejeando en dirección al mar, llegamos a las catedrales Nueva Mayor y Vieja Mayor, ubicadas entre el Puerto Viejo y el comercial. La primera, edificada a finales del siglo XIX en estilo románico-bizantino, es la más grande construida desde la Edad Media y linda con la Vieja Mayor, del siglo V.

En nuestro camino de vuelta hacia el Puerto Viejo nos encontramos con dos edificios impresionantes: la Villa Méditerranée y el Museo de las Civilizaciones de Europa y el Mediterráneo (MUCEM). El MUCEM está unido al fuerte de San Juan por una pasarela tendida sobre el mar que lleva a la terraza del museo. Desde allí recorremos la zona exterior del edifico, descendiendo hasta la entrada, caminando por pasillos de paredes abiertas al exterior, con contrastes de luces y sombras y el mar a nuestros pies.

Aún nos queda más por conocer y, para hacerlo, nos subimos en una barca pesquera tradicional. Nada más salir del Puerto Viejo, presidiendo la margen izquierda, está el Palacio del Pharo, construido como residencia imperial por orden de Napoleón III en el siglo XIX. Actualmente se utiliza como centro de congresos, aunque su jardín está abierto al público.

Un poco más adelante, escondido tras un puente, descubrimos una de las maravillas de la ciudad: el Vallon des Auffes, un puerto pesquero pequeño y encantador en el que está el restaurante L’Épuisette, que cuenta con una estrella Michelín.


Desde allí nos dirigimos al final de nuestro recorrido, al lugar literario que nos dio a conocer Marsella: el castillo de If. Hasta el siglo XVI, la isla de If, perteneciente al archipiélago del Frioul, fue un refugio de pescadores. Cuando Francisco I visitó Marsella en 1516 y comprobó la importancia estratégica de ese enclave para proteger la entrada al puerto ordenó construir en él una fortaleza. A partir de 1580 se convirtió en prisión y entró en la leyenda al acoger, de la mano de Alejandro Dumas, a su inquilino más famoso: Edmundo Dantés, el Conde de Montecristo.

viernes, 25 de abril de 2014

Sexo y espías en la campiña inglesa



El 8 de julio de 1961, John Profumo, el poderoso ministro de Defensa de Reino Unido, fue invitado a la Cliveden House. El hotel, enclavado en un imponente edificio a pocos kilómetros de Londres, era el lugar habitual de reunión para lo más granado de la alta sociedad británica, allá donde política y cultura se daban la mano. Aquella noche, en la piscina, Profumo conoció a una joven aspirante a modelo llamada Christine Keeler y los dos iniciaron un apasionado affaire que transcurriría a lo largo de unos meses en uncottage a orillas del Támesis, a pocos metros de Cliveden. La historia, apasionada como cualquier romance que se precie, acabó como el rosario de la aurora: la prensa destapó el lío (Profumo estaba casado) y para acabar de rematarlo se descubrió que Keeler mantenía relaciones con un oficial ruso, al que el servicio secreto consideraba un espía, y empezaron a lloverle acusaciones de estar socavando la seguridad nacional.


“Obviamente, es una de las grandes atracciones del hotel, muchos visitantes quieren conocer los lugares donde tuvo lugar el romance, y nosotros tratamos de facilitar el acceso a esos lugares. Al final es algo que tiene que ver más con la Historia que con el morbo”, cuenta Sue Williams, la gerente del hotel, que concluye una importante reforma. Cliveden, donde se llega en un trayecto de pocos minutos desde la estación de Taplow (a 30 minutos en tren desde Londres), es ahora patrimonio nacional y el caso Profumoes solo uno más de los motivos que atrae a miles de visitantes hasta sus bosques.


“El cottage de invierno es lo más solicitado, allí hemos tenido a Hugh Jackman, hace pocas semanas. ¿Culpa de Profumo? La verdad es que es una casa muy acogedora y en primavera un lugar precioso”, explica Claire Lesley, la responsable de ventas y marketing del hotel, que nos ofrece un tour por todos los lugares que Keeler y Profumo convirtieron en parte de la leyenda (negra) hace más de medio siglo. La piscina, conservada con mimo, las habitaciones del hotel o el vestíbulo (donde cuelgan algunos dibujos firmados por el mismo Profumo). “El hotel es conocido por sus jardines, por su oferta gastronómica —incorporando ahora al chef Andre Garret— y porque el edificio es uno de los más famosos de Inglaterra. Ahora bien, el hecho de que fue escenario de uno de los romances más sonados de la historia del país es algo que no se puede obviar. Seguramente muchos huéspedes llegan aquí atraídos por ello, pero intentamos que cuando están aquí no sea ese su único foco de atención”, dice Lesley.

Cliveden es uno de los hoteles mejor valorados de Reino Unido, y a su fama contribuye el habitual respeto anglosajón por los elementos históricos: “Cliveden forma parte del National Trust [la fundación que regula el patrimonio histórico en Gran Bretaña] y eso implica que no podemos tocar el edificio original y que cualquier reforma o extensión de los anexos debe ser consultado con un organismo regulador. Esto asegura la integridad del patrimonio, independientemente de quienes sean los dueños”, explica Williams.

Foto

Winston Churchill

La casa Cliveden, como se la conoce, fue construida en 1666 por el segundo duque de Buckingham, y por allí han pasado reyes, presidentes y altos mandatarios de todo el mundo. El hotel ha sido también refugio de celebridades y políticos de alto copete: “George Bernard Shaw o Winston Churchill venían constantemente, escapando del barullo de Londres; Charles Chaplin también fue un huésped habitual de Cliveden, pero, sobre todo, esta fue la casa de Lady Astor [la primera mujer elegida para la Cámara de los Comunes, en 1918] que la convirtió en el centro de la política inglesa durante dos décadas. Gracias a ella, Cliveden se convirtió en lo que es ahora”, reconoce Andrew Stembridge, director del hotel.

John Profumo acabó renunciando en 1963, presionado por sus compañeros de partido, la prensa y la ciudadanía. De nada sirvió que poco después se descubriera que en realidad no hubo ningún tipo de filtración, ni espionaje, ni nada que pudiera perjudicar al aparato militar del país. Durante mucho tiempo, y siguiendo el impacto que provocó el escándalo (que acabó por hacer caer al primer ministro, Harold McMillan), Cliveden vivió una suerte de decadencia que pronto se convirtió en peregrinaje cuando miles de curiosos empezaron a viajar hasta el hotel para estar en el mismo lugar donde había ocurrido todo. El estreno de la obra de Andrew Lloyd Webber sobre el caso Profumo y el 50º aniversario del incidente han apuntalado la fama del hotel, que en 2013 batió todos los récords de ocupación de la historia del establecimiento.

martes, 22 de abril de 2014

Un souvenir escrito a mano

Ocho consejos para escribir un diario de viaje.

Te proponemos que vuelvas de tu próximo viaje con un tesoro de lo más preciado: toda tu experiencia plasmada sobre el papel. Toma nota de nuestros consejos para finalizar con éxito un cuaderno de viaje.



El diario

En primer lugar, es importante que escojas con cuidado el cuaderno o libro en el que vas a escribir tu diario de viaje. Elige un tamaño manejable, que puedas llevar encima para apuntar todo lo que vaya surgiendo. Ya sea de anillas o encuadernado, con pauta o sin ella, debe resultarte cómodo escribir en él, y no solo sentado en una mesa. Para algunas personas, lo más fácil es escribir sobre un cuaderno y, al final del viaje, recoger las mejores páginas mediante unas anillas de encuadernar, eliminando el sobrante. Sea como sea, el formato del cuaderno debe facilitarte la tarea de escribir lo más posible.

Por dónde empezar

¿No sabes cómo darle un buen comienzo a tu relato? Empieza escribiendo antes de partir. Aprovecha para detallar los preparativos, dá información general sobre el lugar al que te diriges... Una opción interesante es escribir sobre tus expectativas o sobre lo que piensas que vas a encontrar en tu destino. Así, una vez terminado el viaje, puedes compararlo con lo que has vivido realmente. También puedes apuntar datos que vayan a resultarte útiles en el destino: así sabrás que los tienes siempre a mano en tu diario.

Al detalle

No te limites a explicar a dónde vas o lo que ves: emplea los cinco sentidos para relatar pequeños detalles. Cuando rememores tu viaje, recordarás dónde estuviste, pero quizá no te acuerdes del olor de las flores de aquel jardín, el sabor de aquella comida exótica o la sonrisa de aquel desconocido. No te olvides de incluirlos en tu relato.

Decóralo

No todo es escribir: aprovecha las páginas de tu diario para añadir billetes de avión, monedas, tickets... todos aquellos pequeños detalles que acumules en tus bolsillos. Para ello, puedes llevar contigo una pequeña barra de pegamento. Si no, reserva el espacio en las páginas para pegarlos en otro momento. Si se te da bien el dibujo, puedes incluir pequeños bocetos o incluso acuarelas de todo aquello que te llame la atención. Añade mapas o postales y escribe sobre ellos, haz 'collages'... todo lo que se te ocurra para dar a tu diario un aspecto atractivo.

Tematiza

No te limites a detallar los hechos en orden cronológico. Puedes escoger una temática que te anime a escribir y que explique de manera original algunos aspectos de tu viaje. Por ejemplo, puedes contar al detalle todas las personas a las que has conocido, los alimentos nuevos que has probado... Hacer listas puede dar un aspecto más dinámico a la narración (por ejemplo, una 'playlist' de las canciones que has escuchado durante el viaje).

¡Escribe!

Intenta ser constante y escribir al menos una vez al día. No es necesario que todo esté perfectamente redactado, es mejor escribir en el momento para que la narración sea más cercana. Detalla todas las vivencias que te parezcan relevantes, aunque no estén bien escritas: ya tendrás tiempo más adelante de poner orden en tus notas.

Deja que otros escriban

¿Viajas con amigos, con tu pareja o con tu familia? Pues deja que ellos aporten a tu diario sus propias vivencias. Resérvales un hueco para que escriban desde su punto de vista el viaje que estáis llevando a cabo. Contar con varias voces lo enriquecerá.

El último capítulo

Finaliza tu diario con un último capítulo a modo de epílogo. Escríbelo una vez hayas vuelto a casa y sumariza en él todo lo que has experimentado. Puedes contar de qué manera te ha cambiado el viaje, cuáles son tus impresiones sobre el país que has visitado... incluso puedes añadir consejos prácticos para futuros lectores, o para tener en cuenta si vuelves a viajar al mismo lugar.

El encanto de Hanoi, en su barrio viejo

Pon dirección al barrio viejo, corazón palpitante de la ciudad, en el cual se concentran la mayoría de los hoteles.
Mercado de Hanoi


Aquí descubrirás Asia tal y como la has soñado a través de los relatos de los escritores viajeros: templos escondidos al final de las callejuelas y majestuosos palacios en ruinas que se cobijan bajo ramos de flores multicolores.

Cuando levantes la mirada verás que las épocas se cruzan y se sobreponen: un edificio colonial con los muros amarillos lindando con una antigua pagoda china medio derruida. Justo enfrente hay un edificio de estilo soviético de los años 60, destinado a alojar la mayor cantidad posible de gente...

La mayoría de las viviendas de Hanoi son, todavía, casas colectivas en las cuales varias familias comparten el patio y la cocina, que está en la planta baja.

No sin mi casco
Hanoi se ha forjado una reputación de capital de la moda. Es cierto que las mujeres hacen gala de una elegancia muy europea: guantes, abrigos entallados, bolsos...

Otra moda heredada por los franceses es el gusto por el sombrero. Cónico, boina o gorro, el accesorio puede ser de cualquier clase. La pasión es tal que se extiende hasta a los cascos de moto, algunos con forma de gorra.

La consecuencia de este gusto por la moda es que en Hanoi hay varios modistas de reputación que elaboran a medida bonitos vestidos de seda, abrigos de invierno... Puedes comprar una de sus creaciones, consultar su catálogo e incluso llegar con la página de una revista o con un boceto, que estarán encantados de realizarlo.

Pero has de tener en cuenta, que la calidad de la seda y del trabajo varían mucho de una tienda a otra, por lo que vale la pena pagar un poco más. Un precio aceptable va de 30 a 40 € por un vestido de seda y 60 € por un traje.

miércoles, 16 de abril de 2014

¿Un país de solo 10.000 vecinos? Puedes creerlo, existe




Quienes viven en este estado, aseguran no tener problemas con sus vecinos. De hecho, se conocen todos. Y es que con solo 10.000 vecinos, Nauru es después de Ciudad del Vaticano, el estado menos habitado del Planeta pero, ¿dónde está situado? ¿qué podemos encontrar en el él?

Viajar a Nauru es hacerlo a una república situada en pleno océano Pacífico. Es tan solo una isla perdida de casi toda civilización pero también refugio de unos cuantos vecinos que tienen en sus playas y su vegetación todo un tesoro del que disfrutar.


Se encuentra a más de 4.000 kilómetros de Australia. Y es que para sus habitantes casi todos los países vecinos le quedan lejos. Tiene tan solo 21 kilómetros cuadrados y el coral de su costa es uno de sus máximos imanes para los turistas que quieren vivir en su propio confín del mundo.




Independizado de Australia en 1968, Nauru tiene en el fosfato su recurso económico más preciado, aunque su severa explotación ha amenazado de forma irreversible esta fuente de ingresos. Su posición como lugar para la evasión fiscal también le ha señalado en ocasiones en el mapa del Planeta.

El 63% de su geografía es vegetación y las traqueófitas dibujan su bello paisaje. Pero, sin embargo, son sus playas las que ofrecen un lugar para el turismo más evocador y recóndito en este país donde los teléfonos móviles se introdujeron hace apenas cinco años.

Viajar a Nauru es visitar su famosa laguna de Buada. No tiene conexión al mar y es un paradisíaco lago situado a cinco metros sobre el nivel de mar, lugar de interesantes y bellas puestas de sol que merece la pena tener en cuenta.

Nauru también es conocida por la isla de los obesos y es que el 90% de su población foránea lo está. En cuanto a sus lugares de interés, la bonita Anibare Bay, considerada una de las mejores postales paradisiacas del Planeta, las montañas de Central Plateau, el Parlamento y los tanques japoneses como recuerdo de antiguos conflictos que apuntan al mar.


lunes, 14 de abril de 2014

10 ciudades que no te puedes perder en 2014



París (Francia), Trinidad (Cuba), Ciudad del Cabo (Sudáfrica), Riga (Letonia), Zúrich, (Suiza), Shanghái (China),Vancouver (Canadá), Chicago (EE UU), Adelaida (Australia) y Auckland (Nueva Zelanda). Este es el ranking de las 10 mejores ciudades para hacer una escapada en 2014. Unas han sido seleccionadas por su dinamismo y su constante renovación, como París o Shanghái; otras por ser urbes que merece la pena descubrir, como la diminuta y colorida Trinidad. Algunas celebran algo muy especial, como Riga, que será capital europea de la cultura o como Zúrich, que reunirá a la élite del atletismo durante el Campeonato de Europa. 

1. París, Francia

 

Renacimiento urbano

París está renaciendo. Tras varios esfuerzos por reducir el tráfico que atenaza una de las ciudades más congestionadas de Europa, especialmente en sus riberas (declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco), los 1,5 km de la antigua autopista del margen derecho del Sena ofrecen ahora pasarelas peatonales y un carril-bici. Pero el plato fuerte es la nueva zona, de 2,5 km, sin automóviles situada al lado izquierdo, entre el Pont de l’Alma y el Musée d’Orsay. Allí jardines flotantes sobre 1800 m2 de islas artificiales y paseos peatonales dotan de vida a un tramo que hasta hace poco estaba atestado de tráfico.

Y aún hay más elogios para el tejado dorado en forma de alfombra mágica que cubre el patio interior de las flamantes salas de arte islámico del Louvre, o las recientes nueve campanas que reproducen el carillón medieval original de Notre Dame. Además, tras años de reformas, el Musée Picasso, una mansión de Marais del s. XVII, volverá a cautivar con sus obras expuestas. En definitiva, la ciudad más bella del mundo, hoy lo es más todavía.

2. Trinidad, Cuba


Una historia fascinante

Enclavada entre las estribaciones tropicales de la sierra de Escambray y el centelleante mar Caribe, la diminuta Trinidad es un colorista tesoro Patrimonio Mundial detenido en el tiempo, con una incomparable riqueza arquitectónica y decorativa del s. XIX, que incluye desde techumbres de estilo neo-mudéjar hasta porcelana francesa y suelos de mármol de Carrara. En el 2014 se celebra el 500 aniversario de la fundación de la ciudad por los conquistadores españoles con una serie de eventos lúdicos y culturales. Trinidad es el hermoso resultado del auge del comercio del azúcar en el s. XIX y una muestra de la ostentosa riqueza de los magnates del sector, que fue fruto del sudor de los esclavos africanos. A este legado se deben los espectáculos de danza afrocubanos, las hermandades africanas y sus rituales, y el hipnótico sonido del ritmo de clave (origen de la salsa), que resonaban cada noche por los salones de baile.

3. Ciudad del Cabo, Sudáfrica



Lavado de cara con diseño

Cualquier época es buena para visitar Ciudad del Cabo, sobre todo porque últimamente ha recibido numerosos galardones en homenaje a su innegable belleza natural. Y este año, la ciudad va a resplandecer más al haber sido elegida como capital mundial del diseño durante 12 meses cargados de inspiración. Así, cabe esperar zonas verdes jalonadas de esculturas, proyectos sostenibles y una regeneración de antiguos barrios industriales como Woodstock o The Fringe, hoy terruño de compradores a la última y amantes del buen comer. No obstante, el principal objetivo del equipo de diseño es eliminar la desigualdad entre la población de Ciudad del Cabo. De ahí que se anime al viajero a hacer un circuito por la periferia para comprobar el efecto positivo de la innovación en los desfavorecidos townships, y explorar sus atractivos gracias a una moderna red de autobuses que finalmente permite descubrir Ciudad del Cabo en transporte público.

4. Riga, Letonia



Capital europea de la cultura

Fundada en una encrucijada de los grandes imperios que escribieron las páginas de la compleja historia europea, Riga fue durante siglos un eje estratégico en la anexión de importantes territorios hasta que cayó el Telón de Acero y se instaló en la oscuridad. Hoy, tras solo dos décadas de libertad (y un renovado estatus como capital de Letonia), la ciudad está reclamando su legítimo título como pieza clave cosmopolita del Báltico. En los últimos años han proliferado cafés modernos por el centro, las calóricas comidas a base de cerdo y patatas han sido reemplazadas por audaces platos inspirados en la nueva cocina nórdica y cientos de fachadas desvencijadas han recuperado su aire art nouveau, todo ello al tiempo que Riga ha logrado el merecido honor de ser declarada capital europea de la cultura.

5. Zúrich, Suiza



Mucho más que ‘fondue’

¿Qué propone Zúrich para el 2014? De entrada, la oportunidad de ver a la élite del atletismo durante el Campeonato de Europa que se celebrará en agosto. Pero habrá quienes se pregunten qué tiene Zúrich. ¿Acaso una ciudad conocida por la abundante presencia de hombres trajeados y cheques repletos de ceros puede convertirse en un emocionante destino para escaparse?

La respuesta es sí. Los lugareños están abrazando la vida nocturna con el mismo entusiasmo que muestran durante el día por los decimales, gracias a la liberación de la normativa que regía los horarios comerciales. En el moderno barrio industrial de Züri-West, la decadencia ha dado paso al hedonismo nocturno, y la ciudad ha empezado a atraer a juerguistas llegados de toda Suiza, garantizando juerga y diversión en toda regla. Y, además de contar con marcas y boutiques famosas a tutiplén, la ciudad hace alarde de incontables restaurantes de alta cocina y cafés de diseño minimalista. 

6. Shanghái, China



Shanghái alcanza la mayoría de edad

Shanghái es una ciudad frenética donde todo el mundo quiere ver y ser visto. Y si China es la locomotora mundial, Shanghái es algo así como un potente motor V8. La red de metro, que apenas contaba con tres líneas en el 2000, inaugurará 59 km de alta velocidad en el 2014; se convierte, así, en la tercera más grande del mundo. Una vez finalizada su construcción, la Torre de Shanghái, de 121 pisos, será el edificio más alto de China, el segundo más alto del mundo y la joya de la corona de Lujiazui, que además alojará el hotel a mayor altura del mundo: un codiciado trofeo que Shanghái ha ostentado en dos ocasiones en los últimos 15 años. Como colofón, la metrópoli amplió recientemente a 72 h el límite para viajeros en tránsito de 45 nacionalidades, lo que permitirá que muchos visitantes cuyo destino final sea otro puedan disfrutar de la ciudad sin necesidad de visado.

7. Vancouver, Canadá



Naturaleza a tiro de piedra

La naturaleza de Vancouver es una delicia para la vista, con espectaculares paisajes de montaña, tupidos parques surcados por senderos y resguardadas playas de arena, y todo ello a un solo paso. Basta con llegar al aeropuerto para sentir su espíritu de gran ciudad de aire provinciano. La ubicación, en la península de Burrard, es inmejorable, y un batiburrillo de torres de oficinas y bloques de pisos levantados contra reloj compiten por alcanzar algunas de las vistas más caras del mundo, las que le conceden el apodo de la “Ciudad de Cristal”. La gente la elige porque les encanta correr, pedalear, nadar, esquiar y jugar, y es que el hastío no tiene cabida. Y si uno no soporta lo maravillosa que es, que la lluvia no escampe o haberse quedado sin blanca, lo mejor es huir hacia las montañas. Los montes Cypress, Seymour y Grouse y las populares estaciones de esquí de Whistler y Blackcomb son fácilmente accesibles.

8. Chicago, EE UU



Un templo del béisbol centenario

La vertiginosa arquitectura y los excelentes museos de la “Ciudad del Viento” no tienen parangón, pero la diversión empieza cuando se visitan las atracciones de verdad. Una buena idea es acercarse a Wrigley Field, uno de los templos del béisbol de EE UU, y sentarse en las gradas, cerveza en mano, para ver jugar a los sufridores Cubs. Este estadio, cubierto de hiedra, celebra su 100 aniversario en el 2014 con numerosos festejos a lo largo de la temporada. Otra opción es pasarse por The Second City, fundada exactamente hace 55 años. Esta empresa teatral vio nacer el género de la comedia de improvisación de la mano de Bill Murray, Stephen Colbert y Tina Fey, entre otros muchos artistas. En verano, las multitudes se siguen congregando durante el Blues Fest y los festivales de Lollapalooza y Pitchfork. Aunque dos nuevas citas musicales se empeñan en subir los decibelios: el Wavefront Music Festival, en julio, y el Riot Fest, en septiembre.

9. Adelaida, Australia



Lista para descorchar la botella

Mientras que Melbourne y Sídney se afanan por ser el centro de atención, Adelaida se ha convertido en la perfecta ciudad anfitriona. No en vano ha acogido algunos de los eventos deportivos y artísticos nacionales más populares, incluidas citas de peso cultural como el Festival de Adelaida, el Adelaide Fringe Festival o el WOMADelaide. El 2014 viene acompañado de grandes cambios en el corazón de la ciudad como, por ejemplo, la finalización de la multimillonaria remodelación del Adelaide Oval (que unirá el centro urbano con el Oval y sus despampanantes parques aledaños) y, más adelante, la histórica Adelaida Norte. Oportunamente situada junto algunos de los viñedos más accesibles del país, Adelaida es elegante sin presunción y, al igual que una botella de vino tinto reserva, está lista para descorcharse y degustarse.

10. Auckland, Nueva Zelanda



Cocina, cultura y paisaje litoral

Auckland es a menudo olvidada por muchos viajeros ávidos de explorar los soberbios paisajes alpinos y lacustres del sur, pero la comida, el arte y la belleza de su costa son un excelente motivo para prolongar la estancia y visitar la ciudad más extensa y cosmopolita del país. Nuevas zonas, frecuentemente en edificios históricos rediseñados, siguen ofreciendo nuevos restaurantes, mientras que el vistoso City Works Depot imprime un toque moderno a la escena culinaria local, con cervezas artesanales y caravanas que venden comida. La profunda renovación de la Auckland Art Gallery incorpora un impresionante atrio de cristal y madera. Tampoco hay que dejar de visitar el Wynyard Quarter, desde donde se obtienen fantásticas vistas de sencillos barcos pesqueros y yates de súper lujo. 


domingo, 13 de abril de 2014

Déjate llevar por Islandia

Vídeo sobre las rutas de este fabuloso país. Un viaje ideal para hacer en familia, con coche de alquiler, rutas guiadas o viajes de aventura.



25 curiosidades sobre Islandia que quizás no sabes



1. Islandia presume de ser la primera democracia del mundo, ya que su parlamento fue implantado hace más de 1000 años.

2. Géiser es de las pocas palabras islandesas exportadas al mundo. Y hay más de 600 geíseres repartidos por todo el país.

3. Hay una alfabetización del 99,9 % de la población y esto da lugar a que Islandia sea el país que compra más libros per cápita del mundo. La lectura en este país está tan enraizada que forma parte de sus vidas. ¡Que envidia!

4. Es uno de los pocos lugares del planeta donde no hay hormigas. El porqué no me lo preguntéis que no lo sé.

5. En islandia hay el doble de ovejas que de personas. O sea, más de 600.000. 

6. Es uno de los países más volcánicos del planeta tierra, con más de 200 volcanes, muchos de ellos activos.

7. No tiene ejército, ni armada, ni fuerzas aéreas.

8. Es uno de los países con mayor longevidad del planeta. 81 años las mujeres y 76 los hombres. Supongo que respirar aire puro y la vida tranquila del islandés ayuda a vivir más.

9. Resulta curioso que es uno de los países con más madres solteras del mundo. La tasa de embarazos fuera del matrimonio es del 66%. La mentalidad tan abierta de los islandeses y las muchas ayudas del gobierno ayudan a que este país tenga una tasa de natalidad altísima y que sea algo natural ver a chicas jóvenes solteras con hijos.

10. Los islandeses son felices. En una encuesta reciente, los islandeses han resultado ser uno de los países europeos donde más felices están con su calidad de vida. Y no me extraña nada ya que su cultura y el civismo del país, unido a una naturaleza deslumbrante, dan para ser muy feliz.

11. Es uno de los pocos países que tiene un banco de información genética de todos sus habitantes.

12. Hasta 1989 la cerveza estuvo prohibida en Islandia ( menos mas que arreglaron este asunto…).

13. Es uno de los países con el agua más pura del mundo, por lo que no necesita ser tratada. De hecho los islandeses están más que orgullosos de la calidad de su agua.

14. Los hogares en las ciudades no tienen calentadores. El agua caliente proviene de los geíseres y las aguas termales naturales, de ahí su fuerte olor a sulfuro.

15. Islandia está considerado como unos de los países más seguros del mundo.

16. La guía telefónica de Islandia está ordenada por nombres, no por apellidos. Aquí no usan nombres familiares y el apellido indica el nombre del padre del sujeto. Así, el apellido de los hombres termina en -son, que significa hijo de ( si mi padre se llamara Ricardo yo sería Francisco Ricardosson ) y el de las mujeres acaba en en -dóttir, hija de ( mi hermana se llamaría Adriana Ricardodottir). Son así de originales.

17. El porcentaje de tierra cultivable es del 0,07% y un 11% de su territorio está cubierto de glaciares. Otra curiosidad de su tierra: no hay apenas árboles y los que hay han sido plantados por el hombre.

18.Reykiavik es la capital del mundo que está más al norte y más del 60% de la población del país vive en la capital.

19. En una encuesta de hace unos años el 54% de los islandeses no negaba la existencia de los elfos y el 8% afirmaba su existencia. En los jardines de muchos hogares se pueden ver pequeñas casitas construidas para ellos y muchas obras de infraestructura esquivan piedras para evitar dañarlas, ya que dicen suelen ser el hogar de los elfos.

20. El runtur es la fiesta nocturna por excelencia de la capital. Durante los fines de semana, cientos de personas salen a disfrutar de la noche y convierten a Reykiavik en una de las ciudades más marchosas de Europa. Y damos fe de que la fiesta aquí es de aúpa.

21. Geológicamente hablando, es uno de los países más jóvenes del mundo. Tan sólo tiene 25 millones de años.

22. En verano hay 24 horas de luz y en invierno entre 3-4 horas.

23. La compañía aérea Icelandair ha sido votada como una de las mejores aerolíneas del mundo.

24. Todos los islandeses hablan perfectamente inglés. No hay doblajes en las películas ni en los dibujos animados y la enseñanza del danés y el inglés es obligatoria a partir de los 11 años.

25. La música es otro de las aspectos culturales más notables y arraigados en Islandia, conservando las tradiciones de la música folklórica, unido al pop y a la música electrónica. Es original y distinta, como los propios islandeses. Algunos grupos han logrado que el mundo conozca su estilo como Bjork o Sigur Ros. Y si os pica la curiosidad aquí tenéis algunos grupos de música islandesa menos conocidos pero igualmente buenos: Olafur Arnalds, Gus Gus, Múm, Amiina, Rökkurró o Parachutes.

Como véis, Islandia en un país cuando menos peculiar y curioso, quizás por su situación algo alejada y aislada del resto de Europa o por su propia historia pero han formado una cultura con identidad propia única en el mundo. Ojalá con estos datos haya podido acercaros la atrayente cultura de un país que creo que hay que ver una vez en la vida, al menos. Lo que está claro es que los islandeses son genuinos y únicos.

sábado, 12 de abril de 2014

Descubre Camboya

Descubre Camboya, el reino de las maravillas. 



Los 10 mejores países para visitar en 2014



1. Brasil

Máxima expectación ante la Copa Mundial de la FIFA del 2014

Como si no fuera reclamo suficiente su interminable costa bañada por el sol, sus montes cubiertos por un verde manto de selva tropical o sus bellos pueblos coloniales, Brasil será responsable de organizar dos de las citas deportivas más codiciadas del mundo: el Mundial de Fútbol del 2014 y los Juegos Olímpicos de verano del 2016. Si a esto se añade una economía ajena a la recesión, a nadie le sorprenderá que hoy por hoy Brasil sea la reina del baile. Y bien sea por recorrer senderos entre altas dunas salpicadas de lagunas azules en Lençóis Maranhenses, o por explorar deslumbrantes iglesias coloniales en pueblos detenidos en el tiempo como Ouro Preto o por nadar en los ríos rebosantes de peces cerca de Bonito, la diversidad de Brasil es tal que dejará anonadado al viajero.

2. Antártida

Una aventura irrepetible

Basta con ver el típico documental sobre naturaleza para quedar maravillado con los majestuosos icebergs, glaciares y cadenas montañosas aún por explorar de la Antártida. Aquí, también se podrán observar juguetonas especies nativas de pingüinos, focas leopardo y grupos de orcas errantes, además de una legión de aves marinas planeando en espiral sobre las furiosas aguas del océano Antártico. En el 2014 se cumple el centenario de la partida de la tristemente famosa expedición de Ernest Shackleton con la que pretendía cruzar la Antártida. Un buen momento para visitar este prístino continente (que carece de población indígena y, en verdad, no es un país) y una oportunidad única para afrontar nuevos desafíos y seguir los pasos de los exploradores más intrépidos, eso sí, rodeado de comodidades.

3. Escocia

Un año memorable

Coincidiendo con la celebración de los XX Juegos de la Commonwealth en el verano del 2014 en Glasgow, la ciudad ha recibido un multimillonario lavado de cara: nuevas instalaciones deportivas, mejoras en transporte y la regeneración del puerto. También este año tendrá lugar el Year of Homecoming, una iniciativa para atraer a la diáspora escocesa a la “madre patria” con la celebración del patrimonio, la gastronomía y la bebida de Escocia. La oferta incluye algo para todos los gustos, desde el mayor festival de bandas de metal de Europa en Perthshire hasta un campeonato de orientación en castillos escoceses, pasando por el Festival del Whisky Spirit of Speyside en mayo. Pese a todo, la política ocupa un papel protagonista: ser o no ser independientes, esa es la cuestión. Prepárate, Escocia.

4. Suecia

Una escalofriante historia, cultura y comida

Gracias al difunto escritor sueco Stieg Larsson, la mayoría de la gente tiene una idea de cómo es Suecia, incluida su fría, bella y algo estremecedora región más septentrional. Ahora bien, está emergiendo una nueva cultura popular, y no en vano la ciudad más grande del norte del país, Umeå, será la capital europea de la cultura en el 2014. Tampoco hay que olvidarse de la gastronomía porque Estocolomo es desde hace tiempo un destino para amantes del buen comer y chefs osados, aunque últimamente la reputación e influencia de esta cocina se ha extendido más allá de sus fronteras. Y dado que la cocina está tan estrechamente ligada a los ingredientes de producción local (ya sea marisco, caza, bayas, hierbas o quesos regionales), no hay como acercarse a su propio lugar de origen.

5. Malaui

Reservas, lagos y mesetas

A las pocas horas de aterrizar en Blantyre, la segunda ciudad más grande de Malaui, el viajero podrá registrarse en un alojamiento de lujo (o montar una tienda) en la Reserva Natural de Majete. Tan solo hace 10 años se encontraba diezmada por la caza furtiva, y en el último año ha recuperado su condición de santuario de los cinco grandes gracias a un proyecto de conservación de la fauna. Aquí, uno podrá acercarse a los ya mencionados elefantes, rinocerontes, leones, leopardos y búfalos sin la inoportuna hilera de todoterrenos habitual en los parques más conocidos de África. Seguidamente, se puede continuar hacia el lago Malaui y disfrutar buceando, o enfilar hacia el monte Mulanje para realizar una caminata por picos neblinosos en un etéreo paisaje lunar. Y, para terminar, nada mejor que la meseta de Viphya, una evocadora zona de praderas y colinas con reminiscencias prehistóricas.

6. México

El gigante dormido empieza a despertarse

Broncearse en una playa del Caribe tras una noche de juerga en Cancún, comprar coloridas artesanías o paladear siete tipos de mole (salsa de chiles) en Oaxaca y retroceder en el tiempo en un templo maya… México es un lugar ideal para sentirse optimista, y esto no solo lo saben los viajeros; de hecho, muchos mexicanos actualmente están más felices que nunca por vivir en su país. En el sector turístico se siguen presentando prometedores proyectos, desde flamantes museos mayas en Cancún y Mérida hasta la mayor tirolina de Latinoamérica junto a las abrumadoras barrancas del Cobre. La imagen de México está comenzando a cambiar. Por eso, es hora de desempolvar el sueño mexicano y vivirlo al máximo antes de que los precios suban y la gente acuda como moscas.

7. Seychelles

Paraíso al alcance

Diseminadas por las aguas azul eléctrico del océano Índico, estas 115 islas de ensueño contienen los ingredientes clave para unas vacaciones únicas, aunque su reputación elitista quizá haya desalentado a más de uno. Sin embargo, no todo se reduce a retiros exclusivos y elegantes chalés ecológicos. Prueba de ello son los asequibles B&B, pintorescas pensiones criollas y apartamentos que han aflorado en la última década. Y si los elevados precios de los billetes de avión eran otro impedimento, la creciente competencia ha modificado radicalmente la situación. Además, no todo gira en torno a los cócteles en la playa. La oferta se completa con senderismo, submarinismo, buceo, circuitos en barco y otras opciones de aventura, con el atractivo añadido de un soberbio paisaje. Por su parte, los amantes de la naturaleza también disfrutarán lo suyo; no en vano, las Seychelles se conocen como “las Galápagos del Índico”.

8. Bélgica

Una joya subestimada

Bélgica atesora ciudades pintorescas, como Brujas, Amberes o Gante, y una capital, Bruselas, con magníficos museos e ideales oportunidades para pasear. La comida y la bebida suponen un festival gustativo (gracias al mejor chocolate, la cerveza y las mejores patatas fritas del mundo), la campiña es llana y plácida, el litoral es sorprendentemente elegante y sus tesoros culturales abarcan desde maestros medievales hasta Tintín. Pese a todo, “Bélgica” y “vacaciones” no suelen asociarse. A pesar de ello, a partir del 2014 se espera una enorme afluencia de visitantes con motivo del 100 aniversario del estallido de la I Guerra Mundial, lo que quizá logre cambiar ciertas ideas preconcebidas. Quienes visiten el país por primera vez encontrarán pueblos medievales donde convergen la cultura y la gastronomía, sumados a edificios góticos, óleos de Brueghel, Van Eyck y Magritte, canales y tiendas fascinantes. También aguardan plácidos prados donde las vacas pacen junto a monumentos, y campos de batalla y cementerios testimonio de los horrores de una guerra cada vez más remota.

9. Macedonia

Regreso al futuro, al estilo balcánico

El año 2014 marcará el final de la controvertida renovación de Skopie, la capital macedonia, que poco a poco se ha ido convirtiendo en un destino más amable para el visitante, con una amalgama de flamantes albergues modernos, bares de vinos y bistrós de categoría, además de una de las mejores ofertas de clubes en Europa meridional. Más allá de Skopie y otros centros turísticos más establecidos, como el lago Ohrid, la estación de esquí de Mavrovo y la antigua Stobi, están surgiendo nuevas propuestas en otros puntos del país. La serena Berovo, en la frontera con Bulgaria, es una nueva opción en el catálogo de los hoteles spa. En la idílica mitad oriental de Macedonia, la recia y vetusta Kratovo –con puentes de piedra de la época otomana y callejas empedradas– está renovando mansiones turcas hasta hace poco abandonadas, dando fe de la otrora riqueza de esta vieja población minera. Y en la árida región vitícola de Tikveš, flamantes bodegas de categoría atraen a visitantes sedientos de vino.

10. Malasia

El retorno de una Malasia renovada

Con el objetivo de alcanzar los 28 millones de visitantes, Malasia está desplegando un abanico de nuevas atracciones. Sus principales activos son el mayor parque de aves del sureste asiático en Malaca (con 6000 ejemplares de más de 400 especies), además de Legoland Malaysia y Hello Kitty Land en Nusajaya. La flamante segunda terminal del aeropuerto internacional de Kuala Lumpur, orientada al floreciente sector de las aerolíneas de bajo coste, es otra baza importante a la hora de atraer más visitantes. Las competitivas tarifas ofrecidas por Malaysia Airlines, AirAsia, Firefly y Malindo Air logran que desplazarse por este disperso país sea pan comido. Además, se van a abrir rutas semanales directas con destinos tan diversos como Estambul o Pyongyang. Por su parte, el Borneo malasio depara experiencias asombrosas, desde explorar el apartado Kudat hasta dejarse mimar en el lujoso Gaya Island Resort de Pulau Gaya. Los más osados podrán descubrir el país sobre dos ruedas aprovechando el auge del cicloturismo gracias a la proliferación de circuitos guiados en Sabah; una propuesta para crear un sendero ciclista por la costa de Penang; y un proyecto comunitario que detalla las rutas ciclistas en los alrededores de Kuala Lumpur.